viernes, 4 de julio de 2008

Crisis Financiera

¿ Crisis financiera global?
Domingo Fontiveros

Jueves, 17 de abril de 2008


Las dificultades en el sistema financiero americano desatadas por la crisis de las hipotecas sub-prime y sus múltiples repercusiones, han creado una corriente acentuada de corrección de valores inmobiliarios y comerciales en ese país, que amenaza extenderse al resto del mundo.Es sano que estas correcciones ocurran, porque así funciona el mecanismo autoregulador del mercado, en este caso después de haberse formado una fosforescente burbuja especulativa apalancada con préstamos fáciles. El problema se hace mayor, no obstante, porque ello trae consigo restricciones crediticias dirigidas al mercado de viviendas que automáticamente se transmiten a otros sectores, por efecto propagación, mayor grado de aversión al riesgo por parte de los prestamistas, y una efectiva disminución de los fondos prestables. Estas circunstancias tienen implicaciones recesivas tanto para la economía norteamericana como para la economía mundial.
La Reserva Federal de EEUU ha venido actuando desde hace varios meses, adoptando una política de dinero más barato y abundante para el sistema financiero. Recientemente, ha tomado también medidas excepcionales de apoyo a instituciones bancarias con la intención principal de evitar un deterioro en espiral de expectativas y una crisis de liquidez en el sistema. Igualmente, el gobierno con apoyo del Congreso, procedió a conceder reembolso de impuestos a las familias (cerca de $170 millardos) con la finalidad de defender el ingreso disponible y compensar al menos parcialmente los efectos depresivos sobre la demanda de la restricción crediticia.

Estas medidas han sido consideradas por algunos como excesivas, incluyendo votos salvados en la directiva del banco central americano.

El incremento de la oferta monetaria aunado a la reducción en tasas clave de interés tienen implicaciones inflacionarias, que son más preocupantes en un contexto general de alzas de precios por encima a las del pasado reciente. Una repercusión inmediatamente visible ha sido la depreciación del dólar americano frente al Euro y otras monedas, lo cual encarece las importaciones. El reembolso tributario necesariamente, por otro lado, empeora el déficit del gobierno, en momentos en que el mismo alcanza dimensiones astronómicas en buena medida atribuibles al gasto militar. Además, se critica el "bail-out" indirecto puesto en práctica para el salvataje del banco de inversión más ostensiblemente golpeado por la crisis en el mercado de papeles vinculados a las sub-prime.

No puede olvidarse que esta crisis surge en pleno año de elección presidencial, que para los republicanos es el peor momento político en que podría haber ocurrido. Ello ha contribuido a que movieran músculo en las instancias decisorias para minimizar las consecuencias económicas en los electores. Los demócratas hubieran podido buscar ventaja de la difícil posición del gobierno. No obstante, no pudieron oponerse al reembolso impositivo, iniciativa del gobierno, por la misma razón electoral, y a pesar de que muchos de ellos habrían preferido un plan de gasto fiscal compensatorio, más en línea con sus preferencias ideológicas. Sobre esto hay que acotar que los republicanos han respetado en esta ocasión su principio de gastar a través de los "tax-payers", no en lugar de ellos.

Tampoco se opusieron, los demócratas, a la reducción de tasas ni a la mayor amplitud monetaria, orientadas en el corto plazo a amortiguar los impactos en el bolsillo de los consumidores-votantes. Por el contrario, si mostraron oposición a cualquier amago de rescate de los accionistas de los bancos en problemas, aunque ello no tuvo mucho efecto, porque las vías utilizadas por las autoridades monetarias apuntaban más a prevenir una crisis sistémica que a proteger los inversionistas individuales.

Ha sido por lo demás consensuado, o "bi-partisan", el planteamiento de mayores regulaciones en el sistema financiero que eviten a futuro esquemas crediticios muy rentables para algunos operadores pero que a su vez comprometen la capacidad de repago de familias que por algunos incentivos iniciales son llevadas a una situación de sobreendeudamiento, lo cual los transforma en poco tiempo de dueños de casa a deudores morosos. Igualmente general ha sido el planteamiento de buscar salidas individuales a los créditos salvables mediante esquemas de ingeniería financiera, seguramente con algún apoyo presupuestario.

Desde otro punto de vista, puede decirse que las medidas tomadas pueden haber sido felizmente oportunas para la estabilidad del sistema, aparte de ser propicias para una progresiva reconstrucción de la normalidad para los negocios y recuperación del nivel de actividad. Los resultados bancarios han sido de mediocres a malos en casi todos los casos; sin las medidas hubieran sido catastróficos. El banco de inversión Bear Stearns es emblemático: sus accionistas se hundieron, pero la entidad quedó en pie, apuntalada por un combinación oficial-privada que le inyecta capital y previene el pánico. Otros bancos han tenido que buscar capital fresco para recomponer sus balances, corregir en valor de sus inversiones, abrir su base de capital y recortar dividendos ordinarios.

Un pánico bancario, que estuvo a punto de ocurrir, fue transformado en un mini-evento, acompañado eso sí con señales fuertes hacia la adopción de lineamientos que lleven a la recuperación sistémica, la cual ya está en movimiento.

Estas medidas, con lo oportunas que pueden haber sido, sirven para evitar males mayores, pero no reparan la crisis de los valores inmobiliarios ni van a evitar ajustes a la baja en las ganancias de las empresas ni una recesión, aunque sea moderada, en las cifras previsibles. Muchos menos están diseñadas para prevenir un alza en la inflación o corregir el déficit fiscal o revertir los saldos negativos en la cuenta corriente. En gran medida, han sido de emergencia; es decir, para atender lo inmediato, no para ocuparse de problemas más de fondo, aunque puede afirmarse que apuntan en la dirección correcta.

Habrá que seguir con detalle el curso de la coyuntura en este y el próximo trimestre para estar seguro de que los correctivos han sido suficientes tanto para contener la crisis como para sentar nuevas bases para la recuperación posterior.

Todavía está por recogerse el impacto de esta situación fuera de los EE.UU.. Muchos analistas coinciden en que los bancos europeos están en proceso de atravesar un saneamiento también severo, debido en parte a las malas inversiones de sus bancos en los mismos valores depreciados que desataron los problemas en el mercado americano. Allá está en desarrollo una restricción del crédito del cual se tendrán más noticias en el futuro cercano y el principio de un ciclo de baja en tasas de interés clave que ayuden en la recuperación de algunos bancos importantes. Es previsible, no obstante, que algunos países pequeños acostumbrados al crédito externo fácil se verán obligados a ajustar el cinturón y tomar medidas igualmente restrictivas. Todo ello conlleva una onda de acomodo mundial, que reordenará el modelo globalizado al costo de un más lento crecimiento o de una recesión contenida dentro de parámetros controlables. Para ello funciona, aparte del mercado, el sistema financiero mundial cuyas capacidades para detectar temprano los problemas en evolución y las facilidades de cooperación entre países y comunidades económicas están pasando por una prueba exigente, hasta ahora de mejor manera que en ocasiones anteriores.

Esto quiere decir, hay que advertirlo, que las mejoras de bienestar acumuladas en una década de dinamismo económico van a sufrir en el futuro un reajuste que colocará de nuevo al capitalismo americano y al sistema económico mundial en situación de "test". En lo adelante habrá que observar cómo enfrentarán los organismos internacionales y los países individuales y en grupo, la mayor inflación que se les viene encima, la escasez de petróleo y los mayores precios de los alimentos.

Todo ello en un contexto mundial más exigente, en el cual los gobiernos harán bien en prepararse para una época de vacas, si no flacas, sí más difíciles de "coger a lazo".

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